Se ha divulgado últimamente una noción peligrosa. Según ella, no hay historia, solo hay presente. Cada vez mas personas, de todas las edades, viven preocupadas solo de su tiempo, de su espacio, de sus intereses inmediatos. En la era de la fugacidad, de lo descartable, del delivery, del exitismo, del resultadismo, en la era de la ansiedad y de la impaciencia pareciera que todo debe resolverse hoy, de manera fácil y rápida, sin esfuerzo, sin cavar bajo el sol, sin esperar. Y, si no es asi, fuiste, fui, fuimos, fue. Cada vez mas gente se come los cocos que otros plantaron, sin preguntarse que fue necesario para que esos cocos existan, y cada vez mas gente se olvida de plantar cocoteros para quienes vendrán.
Cuando vivimos como si no hubiera historia, acabamos por actuar como si no hubiese futuro. Entonces sin historia y sin futuro, nada importa, todo da igual. Y si todo da igual, para que preocuparse? Para que cuidar esta tierra? para que cuidar al otro? para que ocuparse de mejorar el mundo que recibimos? Para que darle a la vida un sentido?
Todo cambia cuando comprendemos que somos olas del mar. Y que, si bien las olas son formas transitorias del mar, el océano es eterno. Como las olas tenemos comienzo y fin, como agua no. Los años son olas en el mar del tiempo. Todo es continuidad. La vida entera es continuidad y, frente a ella, tenemos una responsabilidad. Con nosotros, con los otros, con el planeta, con el tiempo mismo. Cuando nos instalamos en esa continuidad, la misma muerte es apenas una circunstancia y, cuando llega, nos encuentra vivos. De otra manera, estamos muertos aunque aparentemos vivir.
La historia será testigo de lo que hagamos nosotros como hinchas del glorioso Newells, si volvemos a las fuentes y retomamos el camino que nos hizo grande de verdad, grandes desde el alma, donde nadie se adjudique nuestra grandeza, donde no haya mas proscriptos y solo se piense en el bien del rojinegro.
Un grupo de valientes anonimos despojados de intereses personales se ha plantado un objetivo de vida, recuperar el club de las manos del mas nefasto personaje que supo conocerse en estas tierras, luchando para ello contra las mas malignas fuerzas que puedan imaginarse, desde afuera y desde adentro mismo.
La recompensa será Colosal, eso hace nuestra lucha más placentera, porque vivimos soñando un club mejor.
Cuando vivimos como si no hubiera historia, acabamos por actuar como si no hubiese futuro. Entonces sin historia y sin futuro, nada importa, todo da igual. Y si todo da igual, para que preocuparse? Para que cuidar esta tierra? para que cuidar al otro? para que ocuparse de mejorar el mundo que recibimos? Para que darle a la vida un sentido?
Todo cambia cuando comprendemos que somos olas del mar. Y que, si bien las olas son formas transitorias del mar, el océano es eterno. Como las olas tenemos comienzo y fin, como agua no. Los años son olas en el mar del tiempo. Todo es continuidad. La vida entera es continuidad y, frente a ella, tenemos una responsabilidad. Con nosotros, con los otros, con el planeta, con el tiempo mismo. Cuando nos instalamos en esa continuidad, la misma muerte es apenas una circunstancia y, cuando llega, nos encuentra vivos. De otra manera, estamos muertos aunque aparentemos vivir.
La historia será testigo de lo que hagamos nosotros como hinchas del glorioso Newells, si volvemos a las fuentes y retomamos el camino que nos hizo grande de verdad, grandes desde el alma, donde nadie se adjudique nuestra grandeza, donde no haya mas proscriptos y solo se piense en el bien del rojinegro.
Un grupo de valientes anonimos despojados de intereses personales se ha plantado un objetivo de vida, recuperar el club de las manos del mas nefasto personaje que supo conocerse en estas tierras, luchando para ello contra las mas malignas fuerzas que puedan imaginarse, desde afuera y desde adentro mismo.
La recompensa será Colosal, eso hace nuestra lucha más placentera, porque vivimos soñando un club mejor.
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